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Hemos visto durante muchísimos años juzgados con numerosas denuncias tramitadas correspondientes a lo que el Código Penal señalaba como falta de “incumplimiento del Régimen de Visitas» de uno de los padres sobre los hijos tras un divorcio o una separación, normalmente divorcio contencioso.
La pregunta que nos hacemos en este artículo, cuya respuesta es, en sí, retórica es ¿a quién afecta realmente la contienda de los padres? La respuesta es sencilla, los hijos o hijas menores de edad van a ser los afectados a todos los efectos de las contiendas judiciales de sus padres, dado que dichas contiendas afectan directa o indirectamente a los intereses del niño.
Pero, ¿cómo puede nuestro sistema judicial solucionar esto?, pues sinceramente creo que no es un problema del sistema judicial actual, es simplemente un problema de educación, convivencia social y respeto mutuo, que los padres han de enseñar a sus hijos.
EL DIVORCIO CON HIJOS. CONTENCIOSO O MUTUO ACUERDO.
Normalmente en un divorcio de mutuo acuerdo no suele haber problemas en el ámbito civil del proceso, dado que los padres están de acuerdo en divorciarse y además en las condiciones pactadas para que el cónyuge que no va a tener la patria potestad pueda tener tiempo de visitas y de convivencia con su hijo o hijos. El problema surge cuando el divorcio es contencioso (por el motivo que sea) o cuando el mutuo acuerdo se ha firmado bajo amenazas y coacciones no denunciadas y, que al final por no convertir en contencioso el divorcio, acaban dando un mal resultado.
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En el caso de un divorcio contencioso, el problema principal y habitual suele ser el reparto de bienes y la patria potestad de los hijos y, casi siempre por ese orden, con lo que ya se está dando prioridad al ámbito material más que al afectuoso. Otro gran problema añadido es el por qué del divorcio. Si una parte se siente muy desengañada con la otra y no consigue separar sus emociones (por el engaño o la mala convivencia con el otro cónyuge) de la parte, que por el mismo divorcio, va a afectar a los hijos que tenga la pareja en común, el efecto del proceso es totalmente perjudicial para estos hijos, sobre todo si son pequeños porque el divorcio no arreglará dicha situación, si no que posiblemente pueda empeorarla. Esto no quiere decir que no divorciarse fuera la mejor solución, simplemente que el rencor va a empeorar la situación de una pareja divorciada.
La mayor parte del problema es la sensación de odio hacia el otro cónyuge, el rencor que se manifiesta abiertamente en el ámbito judicial del proceso. La querencia, no de ganar el proceso, sino de machacar al contrario hace que todo rebote y perjudique al hijo o hijos. Hay que partir de la base de que en un proceso de divorcio no se gana nada, solamente se llega a un acuerdo de voluntades en cuanto a las condiciones y separación de los bienes en común, que si no ponen en común acuerdo los cónyuges, será el Juez, como intermediario, el que decida sobre dicha situación (en la parte material del proceso).
Cuando una parte, tiene un odio real hacia la otra persona, con la que al fin y al cabo ha estado casada o en situación asimilable, y no consigue apaciguar ese odio, suele dar como resultado que la otra parte tenga que defenderse y como consecuencia directa, los hijos estarán si o sí en medio de tales disputas, con el consiguiente perjuicio educativo, social y moral hacia los mismos.
Hay exparejas que cada fin de semana se denunciaban por el régimen de visitas. Estas denuncias llegaban a ser constantes, llegaban a ser conocidos en cualquier juzgado del partido judicial donde residían los hijos y, casi siempre, después de la sentencia, volvían a interponerse mutuamente denuncias por el «incumplimiento del régimen de visitas». Hay exparejas que llegaron a denunciar por la tardanza o retraso en la entrega del hijo de 15 minutos, es realmente vergonzoso que el Estado tuviera que absorber tales denuncias y es más vergonzoso aún que se utilizase a los hijos para hacer daño a la otra persona. Porque no solo se le hace daño a la otra persona, se le hace muchísimo más daño al hijo o hijos con ese tipo de situaciones.
POSIBILIDADES DEL DIVORCIO CIVIL.
Pasando al ámbito civil y tanto en la actualidad como antes de la descalificación del incumplimiento del régimen de visitas como falta o delito, hay padres que además, tenían y tienen la grandísima consideración (irónicamente hablando) de llevar a sus hijos al Juzgado el día de la vista oral del Juicio, ¡¡aunque el menor no haya sido citado!!, solo para que el otro cónyuge los vea. Para el niño o niños, ver en el exterior de una Sala de Vistas la disputa entre sus padres y el odio que se tienen solo va a ser contraproducente para ellos. Si entre sus padres, aunque se hayan divorciado, no hay respeto, ¿por qué el niño va a creer que tiene que respetar a alguien durante su vida?
Estas situaciones tan habituales como vergonzosas y que salen muy caras al Estado se dan todos los días en los Juzgados de este país. Pero claro, ¿qué hace, por ejemplo, un padre o una madre, cuando la otra parte no le deja ver a su hijo o hijos, después de adoptado un acuerdo o después de que sea firme una sentencia? Pues aquí está el gran problema, la verdad que actualmente las opciones son muy pocas, sobre todo si no se hablan entre las partes, pero claro, los hijos siempre van a estar en medio y al final se pone de manifiesto el dicho de «la pescadilla que se muerde la cola», empieza un círculo que se convierte en vicioso de demandas y contrademandas y que, como ya hemos explicado solo tiene unos únicos perjudicados, LOS HIJOS O HIJAS.
A día de hoy no podemos inclinarnos por cual podría ser una buena solución, pero si sabemos, que el principio de todo es la educación que los padres dan a sus hijos y la que se complementa a lo largo de los años en los Centros Educativos y Actividades Sociales. Cada vez hay más divorcios y separaciones y, claro esta, no tiene por qué perjudicar a los hijos, porque el no querer convivir con una persona es un derecho innegable, pero eso no significa que la falta de correspondencia de amor, convivencia o mala relación entre los cónyuges, finalice en una mala influencia y una mala educación a un menor de edad que esa pareja ha tenido en común y al que aunque no les guste, tienen que educar entre los ambos, porque el niño tiene un derecho inviolable a que le eduquen sus padres y a disfrutar de ellos (salvo excepciones de cierta gravedad, claro está).
Por último, un consejo profesional, las parejas que decidan separarse o divorciarse, recuerden que tienen derecho a ello, pero a lo que no tienen derecho es a perjudicar psicológicamente y socialmente a sus hijos, en cuanto empiecen una contienda con el otro progenitor tan constante como exasperante. Además ¡¡sale bastante más barato!!.